sábado, septiembre 18, 2010

La pasión por el Rugby

Evitando caer en optimismo exagerado (o en sentimentalismos incómodos), digo que "uno debe agradecer y aprender de aquellos ejemplos que manifiestan pasión por alguna actividad o campo en particular. Porque en ellos se desnuda el estado más noble del ser humano". Pero por supuesto, ello no deja de ser un criterio personal. Como el Rugby es la materia que nos compete, y desde ya en agradecimiento a su autor, brindo a quienes se dispongan a ser apremiados la historia de Eduardo Elizarraga, que hoy se retira del Rugby.


Ultimo partido (soltar la pelota)

"A pesar del tiempo transcurrido, tengo recuerdos bastante nítidos de mi primer partido. Fue en la cancha de Belgrano Athletic, con la novena de Sanfer. Yo tenía apenas ocho años, y cuando vino mi entrenador (que me disculpe, no recuerdo quien era) a decirme que iba a jugar no lo podía creer. Hacía varios meses que iba a los entrenamientos, pero como la división mas chica de mi club era para jugadores de once años, nunca me tocaba jugar. Pero ese día en Belgrano entré a la cancha.

Durante varios minutos paseé por el campo casi sin participar del juego, hasta que la vi. Era blanca, brillante, enorme. La junté del piso y me abracé a ella, pero cuando me disponía a correr hacia el ingoal fui sacudido por una oleada de rivales que me tiraron al piso mientras trataban de sacármela. Me abracé fuerte a la pelota, hasta que el referee hizo sonar el silbato. Me llamó aparte y me dijo “¿sabés que pasa? Si vos no soltás la pelota los demás no pueden jugar.” Eso fue lo primero que aprendí en una cancha. El juego no es divertido si somo egoístas.

Pasaron los años y los partidos. Nunca fui un gran jugador de rugby. No he jugado finales electizantes, no he salido en los diarios, nunca he levantado una copa, no he integrado seleccionados. Pero durante estos cuarenta años me la pasé sumando amigos, y aprendiendo cosas. Debo haber jugado con cientos de compañeros, y con miles de rivales. Tuve infinidad de árbitros, entrenadores, preparadores físicos, y de todos fui aprendiendo cosas. El rugby ha sido mi escuela, mi casa, mi espacio. Pero pasaron los años.

Mañana me toca entrar por última vez a la cancha. Ya está, ya he jugado bastante. Mañana estarán en la cancha conmigo otros catorce, mi último equipo. Catorce amigos, entre los cuales estará mi hijo mayor. Enfrente estarán otros quince, y afuera de la cancha mi familia y muchos amigos. Y en mi corazón estarán todos aquellos con los que he compartido una cancha, o un tercer tiempo, o un entrenamiento.

Hace ya mas de cuarenta años abracé la pelota. Llegó el momento de soltarla. Tendría que agradecer a cientos de personas, pero no podría nombrar a ninguna sin sentir que dejo afuera a otras. Así que solamente voy a agradecer a mi viejo, que fue también alguna vez mi entrenador, y mi principal crítico. Mañana va a estar felíz viéndome jugar. Y daría cualquier cosa por escuchar su crítica después del partido. Desde el cielo se debe ver fenómeno.

Basta, mañana hay que dejar todo una vez mas. Ochenta minutos."


Agradecimiento: Eduardo Elizarraga.

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